viernes, 7 de mayo de 2010

Tarde de Cambio Episodio 3

No me quede en el molde, mi necesidad de regreso era imperiosa; intimé al rey de las Gomitas diciéndole que, si le pagaban con monedas todo los santos días del año como era posible que no tuviera mi una sola para colaborar con mi causa.

Dos chicos observaban todo desde una de las esquinas del local y, disimulaban su atención eligiendo distintos colores de caramelos. Estaban siendo testigos mudo-directos de toda esta engolosinosa situación.

“Mira pibe, yo las moneda las compro y no te las voy a dar a vos; entendés?”.

Ya, a esta altura, mi comprensión del mundo había llegado a un punto desconocido en la estratosfera. Tenía que responder de manera similar? Utilizar una agria y violenta estupidez desmedida para solventar tanta injusticia?

Le hice una propuesta, buscando bajar tanta decepción, transformar la realidad y encontrar una respuesta positiva. Le ofrecí pagar 4 pesos por 2 pesos en monedas. Estaba dispuesto a comprarle monedas; como él hacía.

El sr kiosquero comenzó a moverse impacientemente en su silla. Mientras tanto, intercambiaba miradas con el sr boletero. Se volteó hacia mí, respiró profundo y dijo con tono burlón: “Es ilegal vender monedas querido”.

Estarás de acuerdo conmigo, audaz lector, que la malicia social puede ser tan cruel como el mas hambriento de los buitres sobrevolando el desierto?

...

jueves, 15 de abril de 2010

Tarde de Cambio Episodio 2

...Gire nuevamente en dirección del primer anciano y descubrí al mismo también mirándome, analizándome de tal manera que pudo descubrir mis intenciones. Comenzó a alejarse de mi disimuladamente, mirando para otro lado, despacito. Empecé a seguirlo al mismo ritmo con el que él se alejaba de mí con mi billete de 2 pesos listo para convertirse en metal chiquito, dorado o plateado y redondo. Entonces la gente comenzó a acercársele pidiéndole boletos y pagándole los mismos incluso con monedas. A cada intención mía de interrumpirlo y pedirle monedas era encontrado por otro interesado y sino, el se encargaba de buscarlos. Esto era debido, evidentemente, a que yo necesitaba cambio y el, no queria darmelo. Cuando por fin pude instigarlo le pregunte: "Discúlpeme buen hombre, me da cambio de 2 pesos?" Fue menos de un segundo lo que la respuesta tardo en ser escupida por su boca. Esto evidenciaba que efectivamente sabia de mi intención. Experiencia. “No nene, no te puedo dar cambio”. Me miro nuevamente de arriba hacia abajo y se adentro sigilosamente al kiosco. Lo seguí al instante y entre detras de el. Entonces lo encare: “Pero si te pagan con monedas todo el día. Como es que no tenes?” Este, muy ofuscado, comenzó a gritar desde el fondo “No puedo darte cambio nene, no es mi obligación que vos tengas monedas!”. Indignado por tanta realidad busque la cooperación del kiosquero, pero él seguía con los ojos clavados en mi por sobre sus lentes. No me estaban quedando alternativas así que, en mi desesperación, volví a cometer el mismo “error” otra vez de nuevo de vuelta. “ Que tal sr kiosquero? Me daría cambio de 2 pesos por favor así puedo tomarme el bondi o sino me sabría indicar donde hay una remiseria así puedo gastar 60 pesos para volver a mi casa?”. Ya sabes más o menos cual fue su respuesta: “No, no tengo monedas tampoco y que me decís que tenes que pagar 60 pesos para volver a tu casa? A mi no me importa” Lo mire ahora yo como si tuviera el mismo poder en la mirada que antes el habia utilizado conmigo y le respondí: “Porque es verdad, el taxi desde haya hasta acá sale 50 más o menos”. Nene, a mi no me importa, si queres una remiseria hay una en la otra esquina. A mí no me interesa tu vida. Hacete cargo vos de tus problemas. Ok, la realidad argentina estaba siendo demasiado dura conmigo en una mundo de dulces y vicios de 2 por 2 gobernado por un tirano de lentes empañados de ofuscado sudor...

lunes, 12 de abril de 2010

Tarde de Cambio Episodio 1

La situación es la siguiente. No tenia monedas suficientes cuando llegue a la Parada del 60 para volver desde Martínez a mi casa en Palermo Viejo (aclaro donde porque también tengo otra casa en Villa Udaondo, es en el oeste donde está el agite). Levante la cabeza y en frente de la parada del 60 (aclaro esto último por si tenes un retorcimiento mental severo como el mío) había un kiosco así que espere que el semáforo se pusiera en rojo para los autos y cruce. Cuando estaba entrando descubrí un hombre anciano boletero de esos que te dan boletos sin necesidad de utilizar monedas, uno le puede pagar con billetes también y tener por cambio…monedas. Inmediatamente comenzó el siguiente intercambio oral:

Alma rebuscada a boletero: Disculpe, Buenas noches sr boletero… tiene Ud. boletos para el 60?
Señor Boletero a alma rebuscada: No pibe.

Su respuesta era bastante evidente ya que tenía en su camisa la insignia y el número de otra empresa línea. Intente entonces optar por la siguiente e inmediata otra opción que tenia.

Alma rebuscada a boletero: Sabe si hay algún otro hombre boletero que venda boletos para el 60?

El anciano hombre me miro preguntándose si me estaba burlando de el… esa mirada que consiste en levantar una ceja, forzar una mueca rígida de zozobra, apretar los dientes y fijar los ojos en los del otro… y me dijo: ”No Nene, el 60 no tiene boletero”.
Acto seguido miro para otro lado como si yo hubiese desaparecido de la faz de su tierra.
Gire entonces por un minuto mi cabeza hacia el centro del kiosco en donde se encontraba el anciano señor kiosquero rodeado por su fortaleza de alfajores, gomitas, puchos y chupetines. Este hombre estaba con la mirada de “por arriba de los lentes” clavada en mí, como si de esa forma pudiese utilizar algún extraño poder visual que conecta el cerebro del observador con el del observado permitiendo al primero descubrir acciones futuras o ver imágenes del pasado… Desnudar las almas. Analice rápidamente esta mirada y era una clara mala señal para mi profundo objetivo. Necesitaba monedas...