Un día saque a pasear mi lengua por entre tus labios y al despertarse tu boca sintióse refrescada por esa extraña saliva ajena que acariciaba cada una de tus deliciosas cavidades inundándolas de frenético placer.
Entonces tus brazos rodearon mi cuello desnudo y bailando entre las luces del verano, cerramos o abrimos los ojos fusionando nuestra carne completamente, uniéndonos en un lugar infinito y abandonado
Así es que nos dejamos llevar por el sangriento rio tibio que fluye por las venas de nuestros deseos Eternos y trémulos... eternos otra vez.
Hasta que abriendo o cerrando los ojos nos poseemos (pertenecemos) en la oscuridad hasta que el día despierta aplaudiendo la constancia de nuestra sed, acariciandonos el alma para volver a nacer