sábado, 23 de agosto de 2008

Entrañabilizandonos

A pesar de no poder descansar en tus entrañas:

El aroma de estas acarician mis temblorosas manos,
saborizan mi boca transformando su aliento
en un mar abstemio y sediento
Y la deliciosa y caliente saliva
que mi lengua derrama
pide a gritos tu esencia
una vez mas en el cielo dormido de mi almohada...




...De tanto golpear con la frente la pared, tarde o temprano el agujero que deje en ella será tan grande que podre entrar sin pedirme tantos permisos...

1 comentario:

K dijo...

Cautela, cautela.
Que la pared no tiene la culpa.
Y el pobre craneo tampoco.
Eso es obra del duende envidioso ese que duerme entre los pliegues del cerebro.
Todo el cuerpo y la vida a disposición de intercambios quimicos, de sustancias, sinapsis y membranas plasmáticas.
Lo pensaste?
Cuidate